Estaba en segundo de escuela. Llegue a la escuela y me compré un helado, pero justo toco el timbre. No se si llamarme inocente o una pelotuda, el caso es que meti el helado en mi mochila. Dos horas despues, cuando salimos al recreo; lo abrí. Cuando sentí todo el jugo de frutilla en mis pies, lo deduje: era una pelotuda. Nada, queria compartirlo con el mundo blogger