odio a dios


Cuando tenía nueve años, me robaron el auto. Estaba jugando con una amiga, volví y mamá estaba llorando. No faltaban las ruedas, no faltaba el motor; el auto entero se había ido. Por primera vez en mi vida, recé. Iba a una escuela católica, pero no entendía completamente el significado de la fe. Prendí una vela de mi último cumpleaños, y le pedí a Dios que me ayudara. Le pedí a Dios por algo que no era exclusivamente para mí, le pedí que ayudara a mi familia. Dicen que Dios es apoyo de quienes buscan explicación a lo que no entienden; y yo no entendía por qué nos habían hecho eso a nosotros. Dicen que Dios es omnipotente, y que siempre está para aquellos que creen. Y con nueve años, llorando, puse toda mi esperanza en eso. Me habían enseñado que Dios era justicia, era esperanza. Y no. De más está decir que no cambió absolutamente nada, y le tomé un profundo desprecio a Dios. Descubrí que es simplemente un lei motiv en caso de que las cosas salgan mal; nadie se acuerda de Dios cuando está todo bien, porque sienten que es lo que merecen. No rezo, pero no hago mal las cosas. Y si escribo esto ahora, es porque me cuesta asimilar el giro que está dando la vida. Si escribo esto ahora, es porque finalmente lo comprobé, Dios no existe.