el temporal



   Y de repente, la verdad me pegó. No fue una realidad transitoria, más bien fue un choque violento. No importaba cuánto me esmerara, esa pequeña idea estaba estática en mi mente. No podía evitarlo. Caminar por la calle, respirar, mirar, tocar. Todo se convertía en una señal de que mi razonamiento era lo más acertado que había aterrizado en mi mente alguna vez. "Todo en la vida es temporal", me dije frente al espejo. Todo en la vida es temporal. Desde el mejor momento de mi existencia, aquel donde sintiera tocar el cielo con las manos, hasta el mismísimo infierno, cada error que hiciera trizas mi conciencia; en algún momento todo iba a terminar. La vida era la composición de miles de instantes pasajeros, de miles de detalles encadenados. Lo único que podía hacer era verla transcurrir, permitir que se escapara de mis manos, sin aferrarme a nada. Todo en la vida es temporal.