eso


   Él siempre sostuvo que lo que más le gustaba de una mujer era la apariencia. Nunca le importó pecar de superficial o materialista; simplemente sostenía que, para enamorarse del interior, tenía que sentirse a gusto con el exterior. Él pasaba horas cuidando su aspecto personal, simplemente quería una mujer que estuviese a la altura. Es necesario aclarar que muchas mujeres pasaron por sus brazos. Básicamente cumplían el mismo estándar: ropa de diseñador, exceso de maquillaje; uñas perfectas, sonrisa de publicidad. Sin embargo, él nunca manifestó emociones. Hasta que apareció. No, esta no es una historia típica, donde el arreglado se enamora perdidamente de una desarreglada. No es una historia de amor entre polos opuestos. Ella era exactamente igual al resto; pero tenía "eso". Se enamoró. El hombre que vivía por su apariencia sucumbió ante la debilidad de los simples mortales: necesitar desesperadamente compartir su vida con alguien. Con ella. Visto de afuera, la balanza parecía equilibrada, ambos tenían locura por el otro. Pero un día ella se aburrió. Y se fue. De imprevisto, sin planificarlo; simplemente anunció que se retiraba del mundo que habían creado para vivir juntos. ¿Y ahora? Él estaba convencido de que era parte de una historia única. De que, incluso con sus diecinueve años, era capaz de mantener una relación para toda la vida. Nunca pudieron explicarle que tanto la vida como el amor son mucho más volátiles de lo que nos venden por televisión. Nunca pudo superar la pérdida. Nunca pudo desenamorarse del amor.