un placer coincidir en esta vida

 
   Las calles de Montevideo me fueron guiando hasta encontrar esa esquina. A simple vista, era una esquina corriente; pero estaba llena de memoria. Habían pasado alrededor de diez meses. En una tarde de lluvia, esa esquina nos ofreció un resguardo. Había un par de árboles, el techo de un par de comercios; todo servía para escondernos de la tormenta. Cuando llegamos, me miraste. Mi aspecto no sólo no era el mejor; era espantoso. Estiraste la mano hasta que se encontró con la mía; cuando se encontraron, me arrimaste hacia vos. Mientras mirabas nuestro reflejo en el vidrio de una farmacia, te escuché susurrar: "quedamos bien, estamos bien". En ese reflejo nos sentí eternos. Y ahora todo estaba igual. Los mismos árboles, los mismos comercios; la misma esquina. Pero estaba sola, juntanto los pedazos de recuerdos que no iban a volver.