maría rosa

   Mi abuela se llamaba María Rosa, pero todo el mundo le decía Marisa. Fue la única mujer de tres hermanos, criados con recursos pobres pero con amor millonario. La vida se llevó a su familia bastante temprano. Se enamoró de un hombre que le prometió el sol pero brilló por su ausencia. Tuvo una sola hija, mi madre. Formaron un comercio familiar para salir adelante, un almacén que le dio cuarenta años de autosuficiencia, tanto financiera como territorial. Pero nunca fue independiente. Tenía un amigo, un enemigo, una suerte de revólver que la acariciaba todos los días. Fumaba para calmarse, fumaba para esperar. Fumaba en todo momento, sin calcular consecuencias; pensándose la dominadora, para terminar siendo la dominada por un vicio asesino. Me gusta pensar que ella es el halo de luz que aparece entre un montón de nubes grises. Ella es el sol, es toda luz que veo. Mi abuela se llamaba María Rosa, pero todo el mundo le decía Marisa. Se fue un 19 de febrero, en el mes de los enamorados; pero sigo enamorada de ella.