la luz que entra por las rendijas de la persiana




   Quizás el problema está en deslumbrarme por pequeñas normalidades, sin querer ahondar en por qué las celebro como grandes hazañas. Quizás el problema está en asumir que, durante muchos años, me rodeé de gente equivocada, que convirtió la más mínima señal de amabilidad en magia para mí. Me fui metiendo, lentamente, en un mundo de vínculos unilaterales, donde sólo era una empleada. Me metí a mí misma en una caja llena de rutinas sofocantes, de amor confundido con control. La monotonía arrastraba los pies, esperando el siguiente reproche o el siguiente adiós. Y me acostumbré a vivir en cierta oscuridad, pero sintiéndola cómoda, sintiendo que así era como se suponía que tenía que ser. Quizás es por eso que me maravillo cuando sos normal. Porque, para mí, sos la luz que entra por las rendijas de la persiana.